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Los minerales de la discordia

Actualmente hacemos uso de prácticamente los 118 elementos de la tabla periódica, y hasta 60 de ellos pueden encontrarse en los aparatos electrónicos más sofisticados. El auge de las nuevas tecnologías ha multiplicado el consumo de muchos minerales, algunos de los cuales se consideran críticos en cuanto a abastecimiento. Es más, elementos presentes en un teléfono móvil o coche como el estaño (casiterita), el tantalio (incluye el coltán), el wolframio (tungsteno) y el oro son considerados “minerales de zonas de conflicto”. Son llamados así porque se extraen de zonas políticamente inestables, como la República Democrática del Congo, donde su comercio puede utilizarse para financiar grupos armados, trabajos forzados y otras vulneraciones de los derechos humanos, y también para contribuir a la corrupción y al blanqueo de dinero.
Minerales de zonas de conflicto
Pero también están hechos de otros minerales contaminantes como el plomo o litio. El litio es uno de los más utilizados porque es indispensable para fabricar las baterías actuales, no solo para el mercado de la electrónica de consumo, sino también en la automoción. Todo apunta a que será la base de la energía del futuro en un mundo en que se proyecta una electrificación total del transporte, y en que la demanda por dispositivos electrónicos crece de manera exponencial. De igual manera la demanda de cobalto podría triplicarse en menos de diez años. El indio, procedente en su gran mayoría de China, es utilizado en pantallas planas y se espera que su demanda mundial aumente más de ocho veces de aquí a 2030 y la de galio, 22 veces. A problemas similares de disponibilidad se enfrentan otros minerales incluyendo las tierras raras cuyo mercado está controlado casi al 100% también por China.

El fin de la obsolescencia programada

La Oficina Europea del Medio Ambiente estimó que, para compensar su huella ecológica, los teléfonos móviles tendrían que durar como mínimo 25 años, lejos de los tres años de media actuales. Asimismo, la Comisión Europea advierte de que se producen pérdidas de valor cuando productos total o parcialmente funcionales se desechan porque no son reparables, no puede sustituirse la batería, el software carece ya de soporte o no se recuperan los materiales incorporados en los dispositivos.

Por ejemplo, respecto al software, las actualizaciones periódicas (por motivos de seguridad u otros) contribuyen a que los aparatos con cierta antigüedad se vuelvan más lentos y llegue un momento en que dejen de funcionar. Respecto al hardware, antes los componentes electrónicos estaban a la vista pero ahora se integran en chips, porque es más barato de fabricar pero supone un problema a la hora reparar el dispositivo.

Repair

La normativa europea está avanzando hacia un diseño de los aparatos electrónicos que conlleve una manera de poder ser reparados y que el coste de la reparación no sea más caro que el de comprar uno nuevo. Además, quiere dotar a los dispositivos de un pasaporte digital que dé información sobre la vida útil estimada, las posibilidades de desmontaje y reparación, la gestión del producto al final de su vida útil…

El problema es que, por el momento, los fabricantes no están demasiado comprometidos, en parte porque los consumidores no le dan un gran valor a la reparabilidad en su decisión de compra.

Fuente: https://www.abc.es/economia/usar-tirar-obsolescencia-programada-productos-siempre-20221211200348-nt.html

5 estrategias del fabricante para fomentar la reparación

Por regla general, las reparaciones son especialmente aplicables a productos de alto valor y larga vida útil, de ahí que el sector en el que más se repara sea el automovilístico. El sector de los aparatos eléctricos y electrónicos sería el siguiente, y esto es lo que debería hacer:

1) En respuesta a un mayor mercado de reparación, los fabricantes se verán con la necesidad de realizar cambios en la disposición de la empresa, aumentando el enfoque a la producción de piezas de recambio.

CAST-Diagnotisco_Reparacion_CAPV-46.jpg

2) Establecer acuerdos con empresas de reutilización. Por ejemplo, desde 2015 Koopera cuenta con un acuerdo con un fabricante de electrodomésticos para el cumplimiento del objetivo separado de preparación para la reutilización de aparatos de intercambio de temperatura (FR1) y grandes aparatos (FR4), lo cual supone en torno a un 35% de las entradas anuales de aparatos que llegan a Koopera Electro.

3) La garantía mínima legal es de dos años, no obstante, la garantía comercial no tiene un mínimo estipulado. Esta garantía comercial supone un compromiso de reparación por parte de los propios fabricantes.

4) Una barrera a la reparación es la disponibilidad de piezas de recambio, que actualmente es de 5 años desde que un producto se desclasifica. Este plazo es independiente de la vida del producto. Armonizar la vida de un producto y la disponibilidad de piezas de recambio puede ser una estrategia a considerar. Esto se podría conseguir mediante:

  • un alargamiento de la obligación legal
  • instrumentos financieros que permitan fomentar este alargamiento
  • el uso de piezas estandarizadas (como los cargadores de móvil)

5) Ofrecer dispositivos de reemplazo mientras dure la reparación. Esta estrategia estaría vinculada a productos electrónicos en especial, como pueden ser los móviles o los ordenadores portátiles.

Fuente: https://www.euskadi.eus/contenidos/documentacion/diagnostico_reparacion/es_def/adjuntos/CAST-Diagnotisco_Reparacion_CAPV.PDF

3 ejemplos de economía circular en aparatos

Estos tres ejemplos de economía circular aplicada a aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) están incluidos en el II Catálogo de Buenas Prácticas en Economía Circular del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico:

1) Ambiplace: marketplace social de donación de aparatos electrónicos. Ambiplace ha desarrollado una plataforma en la que los productores y distribuidores de aparatos eléctricos y electrónicos donan sus excedentes de stock/devoluciones. A través de este espacio se consigue que las ONG y/o centros educativos puedan recibir estos dispositivos en perfecto estado.

2) Análisis ambiental y técnico del uso de polipropileno reciclado en cocinas de BSH Electrodomésticos, comprobando que su comportamiento dimensional a temperaturas de uso de la cocina de inducción es adecuado, sin producirse deformaciones o contracciones diferentes a las sufridas por un material virgen. Una vez validado su comportamiento, se ha introducido este material en una pieza dedicada al soporte de la placa electrónica y gestión del cableado.

II Catálogo de Buenas Prácticas en Economía Circular

3) Reparación y reutilización de equipos de centrales eólicas de Endesa. La iniciativa promueve un cambio en la gestión del mantenimiento de las plantas eólicas, priorizando la reparación de los equipos pequeños averiados (motores, bombas, cilindros hidráulicos o tarjetas electrónicas) y su posterior reutilización, en lugar de su sustitución por equipos nuevos. De esta forma, se alarga la vida útil de los equipos, se reduce el consumo de materias primas asociado al suministro e instalación de un equipo nuevo, y se reducen los RAEE generados.

Fuente: https://www.miteco.gob.es/es/calidad-y-evaluacion-ambiental/temas/economia-circular/buenas-practicas-economia-circular/

La responsabilidad de los productores de AEE

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) representan un desafío mundial porque:

  • la producción de estos dispositivos está sujeta a una red de cadenas de suministro mundiales
  • la generación de estos residuos crece en todo el mundo
  • su prevención y adecuado tratamiento requiere la participación de un conjunto diverso de actores, que a menudo abarcan fronteras nacionales y continentes

UN E-Waste

Es necesario abordar la responsabilidad de las empresas que fabrican estos aparatos. Al observar todo su ciclo de vida, desde el diseño y la producción hasta la eliminación final, es evidente que la mayoría de las iniciativas destinadas a abordar los RAEE se centran en el tratamiento al final de su vida útil (reciclaje y eliminación). De modo que se presta menos atención a la adquisición de materias primas, diseño y producción, o a la reparación, reutilización y reacondicionamiento de AEE. Esto podría deberse a la compleja estructura de los implicados e intereses comerciales que rodean a los RAEE, y a no asumir la totalidad del ciclo de vida por parte de ciertos sectores interesados.

Se debe hacer hincapié en aspectos como la vida útil del producto y el uso por parte de los consumidores, e involucrar a gobiernos y fabricantes de AEE en la regulación de la responsabilidad ampliada del productor (RAP). La RAP debe estar respaldada por la legislación y contar con medidas punitivas, mientras se logran modelos comerciales económicamente atractivos. Esto es importante porque la esperanza de vida y la “modernidad” de estos productos se acortan a marchas forzadas. Los fabricantes de AEE deberían ampliar el ciclo de vida de los productos que venden, además de extender su responsabilidad empresarial más allá de su último uso.

Fuente: http://www.zoinet.org/web/sites/default/files/publications/E-Waste-EMG-WEB.pdf

El impacto medioambiental de los electrodomésticos

La Huella de Consumo es un conjunto de 16 indicadores basados en el análisis de ciclo de vida (ACV) cuyo propósito es cuantificar los impactos ambientales del consumo. Según un reciente estudio, los electrodomésticos que más Huella de Consumo tienen son la nevera, el televisor, el horno y el ordenador portátil.

Al analizar la contribución de los diferentes grupos de productos, la nevera, el lavavajillas, la lavadora, y la televisión se identifican como más relevantes que los demás en términos de impactos ocasionados. Aunque en estos grupos de productos la fase de uso es la que domina en el impacto a lo largo del ciclo de vida, todos vienen experimentando un desarrollo tecnológico continuo hacia un menor consumo energético en esta fase.

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Impacto de aparatos eléctricos y electrónicos en las 16 categorías de la Huella de Consumo (clic para ampliar la imagen)

La nevera tiene la mayor contribución en prácticamente todas las categorías de impacto, con la excepción del impacto en términos de agotamiento capa de ozono, donde destaca principalmente el aire acondicionado, y la toxicidad humana cancerígena, en la cual tiene mucho peso el horno. También en términos de uso de minerales y metales el mayor impacto viene de los televisores, seguidos de los ordenadores portátiles y los móviles debido a los importantes requerimientos de metales (algunos de ellos considerados “críticos”) utilizados en sus componentes. De hecho, los electrodomésticos impactan más en el uso de recursos minerales y metales, que la alimentación, movilidad, vivienda o bienes del hogar.

Fuente: https://www.consumo.gob.es/es/system/tdf/prensa/Informe_de_Sostenibilidad_del_consumo_en_Espan%CC%83a_EU_MinCon.pdf?file=1&type=node&id=1126&force=

Índice de reparabilidad

El predominio de los aparatos sin arreglo es un problema tanto para los consumidores como para el planeta, sobre todo si se tiene en cuenta que la basura electrónica es el flujo de residuos que más rápido crece en el mundo.

Para ayudar a los consumidores a elegir productos más reparables, y para incentivar a los fabricantes a facilitar la reparación, Francia ha empezado a exigir una etiqueta de reparabilidad para dispositivos electrónicos como ordenadores portátiles y teléfonos móviles.

Repair scorecard

Con el fin de clasificar a los fabricantes según su apoyo a la reparación, el Fondo de Educación del Grupo de Investigación de Interés Público de EE.UU., con la ayuda de iFixit.com, ha compilado los datos del etiquetado francés de 187 dispositivos de 10 grandes marcas. Dado que la reparación de los productos depende de su capacidad para acceder a los materiales de reparación necesarios, esta nueva valoración también tiene en cuenta si las empresas ejercen presión contra el llamado derecho a reparar, ya sea directa o indirectamente.

Saber qué fabricantes tienen una puntuación más alta o más baja en según qué criterios de reparabilidad, como el precio de las piezas o la documentación de las reparaciones, puede ayudar a los consumidores a entender qué problemas pueden encontrar con un producto determinado. Y al mismo tiempo, permite a los fabricantes mejorar sus productos, porque gracias a esta calificación abandonan prácticas de diseño insostenibles.

Fuente: https://uspirg.org/reports/usp/failing-fix

El coste global de los residuos electrónicos

Los consumidores sustituyen los aparatos electrónicos al menor inconveniente, y pocos eligen la reparación sobre el reemplazo. Y ese aumento en el consumo de la electrónica tiene dos efectos medioambientales adversos:

  1. Incrementa la extracción de minerales escasos como oro, plata, platino, titanio, mercurio, plomo o cobre.
  2. Las grandes cantidades de dispositivos desechados producen unos residuos contaminantes de difícil gestión. En las plantas de reciclaje, los dispositivos tienen que ser laboriosamente ordenados y desmontados, con especial atención a los materiales tóxicos. Esto puede llegar a hacer inviable el negocio de su reciclaje.
¿De quién es la responsabilidad?
  1. La reparación y reutilización son la mejor opción, pero la obsolescencia obstaculiza una segunda oportunidad si los dispositivos antiguos no reciben soporte de fabricantes y desarrolladores. Ellos son los que hacen cada vez menos viable mantener un viejo aparato, incluso haciendo (mal) uso de las actualizaciones de software para acabar de inutilizarlo.
  2. Los gobiernos deben regular la gestión de estos residuos. Además de premiar a las empresas con buenas prácticas (sin obsolescencia programada, que alarguen la vida útil, con programas de recompra y reciclaje de antiguos modelos…) o fomentar la creación de centros de reparación y reutilización, con beneficios sociales añadidos como dar trabajo a personas en riesgo de exclusión social.
  3. Los consumidores pueden resistirse, o al menos retrasar, la adquisición de nuevos dispositivos hasta que realmente los necesiten. Pueden reparar y/o revender dispositivos cuando sea posible. Y sino, como mínimo, los deberían reciclar.

La electrónica siempre ha producido residuos complejos, pero la cantidad y la velocidad de descarte ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Hubo un tiempo en que los televisores se mantenían durante más de una década, pero ahora casi no hay ningún dispositivo que dure más de un par de años en manos del propietario original.

Fuente: http://www.theatlantic.com/technology/archive/2016/09/the-global-cost-of-electronic-waste/502019/

¿Mecánico o eléctrico?

Un simple exprimidor de naranja puede desafiar la “electrificación” (alimentación por pila, batería o corriente eléctrica) dominante en nuestra sociedad de consumo. Actualmente existen sofisticados exprimidores de naranja, individuales para uso doméstico o múltiples para uso industrial. Sin embargo, antes eran comunes unos mecánicos técnicamente superiores a los eléctricos porque:

Exprimidor naranja

Requerían menos esfuerzo al solo tener que bajar una palanca.
Eran más robustos y duraderos.
Generaban un residuo (metal) más fácilmente reciclable que los eléctricos (donde hay que separar el motor del plástico).
No gastaban energía porque no se enchufaban.

Este ejemplo pone de manifiesto cómo todo se “electrifica” en la era tecnológica en la que vivimos: bicis, patinetes, juguetes, ropa, relojes… A lo que antes se le daba cuerda, hoy lleva una pila o lo ponemos a cargar. Esta “electrificación” de las cosas conlleva un problema medioambiental al convertirse en residuos, porque es todo mucho más complejo de reciclar y más peligroso si acaba abandonado en el lugar inadecuado.

No se trata de involucionar, sino de buscar la opción más sencilla y sostenible. En eso precisamente consiste el ecodiseño, que busca conseguir el producto más ecológico en todos los sentidos y en todos los sectores productivos. El botijo fue precursor del ecodiseño, en contraposición a las botellas de bebida hechas con plástico.

Todas las categorías de aparatos eléctricos y electrónicos

En la siguiente tabla se puede ver cómo se categorizan todos los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) según el Real Decreto 110/2015, de 20 de febrero, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. La lista exhaustiva se describe en la guía oficial del Ministerio de Industria.

Categorías de AEE
1) Aparatos de intercambio de temperatura
Frigoríficos, congeladores, aparatos que suministran automáticamente productos fríos, aparatos de aire acondicionado, equipos de deshumidificación, bombas de calor, radiadores de aceite y otros aparatos de intercambio de temperatura que utilicen otros fluidos que no sean el agua.
2) Monitores, pantallas, y aparatos con pantallas de superficie superior a los 100 cm² Pantallas, televisores, marcos digitales para fotos con tecnología LCD, monitores, ordenadores portátiles, incluidos los de tipo «notebook».
3) Lámparas Lámparas fluorescentes rectas, lámparas fluorescentes compactas, lámparas fluorescentes, lámparas de descarga de alta intensidad, incluidas las lámparas de sodio de presión y las lámparas de haluros metálicos, lámparas de sodio de baja presión y lámparas LED.
4) Grandes aparatos (con una dimensión exterior superior a 50 cm)
Lavadoras, secadoras, lavavajillas, cocinas, cocinas y hornos eléctricos, hornillos eléctricos, placas de calor eléctricas, luminarias; aparatos de reproducción de sonido o imagen, equipos de música (excepto los órganos de tubo instalados en iglesias), máquinas de hacer punto y tejer, grandes ordenadores, grandes impresoras, copiadoras, grandes máquinas tragaperras, productos sanitarios de grandes dimensiones, grandes instrumentos de vigilancia y control, grandes aparatos que suministran productos y dinero automáticamente.
5) Pequeños aparatos (sin ninguna dimensión exterior superior a 50 cm)
Aspiradoras, limpiamoquetas, máquinas de coser, luminarias, hornos microondas, aparatos de ventilación, planchas, tostadoras, cuchillos eléctricos, hervidores eléctricos, relojes, maquinillas de afeitar eléctricas, básculas, aparatos para el cuidado del pelo y el cuerpo, calculadoras, aparatos de radio, videocámaras, aparatos de grabación de vídeo, cadenas de alta fidelidad, instrumentos musicales, aparatos de reproducción de sonido o imagen, juguetes eléctricos y electrónicos, artículos deportivos, ordenadores para practicar ciclismo, submarinismo, carreras, remo, etc., detectores de humo, reguladores de calefacción, termostatos, pequeñas herramientas eléctricas y electrónicas, pequeños productos sanitarios, pequeños instrumentos de vigilancia y control, pequeños aparatos que suministran productos automáticamente, pequeños aparatos con paneles fotovoltaicos integrados.
6) Aparatos de informática y de telecomunicaciones pequeños (sin ninguna dimensión exterior superior a los 50 cm) Teléfonos móviles, GPS, calculadoras de bolsillo, ordenadores personales, impresoras, teléfonos.
7) Paneles fotovoltaicos grandes (con una dimensión exterior superior a 50 cm)