La Ley 22/2011 sobre residuos define la valorización como «cualquier operación cuyo resultado principal sea que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales, que de otro modo se habrían utilizado para cumplir una función particular, o que el residuo sea preparado para cumplir esa función en la instalación o en la economía en general». El ejemplo óptimo de valorización es el de la utilización del residuo como combustible u otro modo de producir energía. El resto de operaciones supondrían una recuperación, regeneración o reciclado de todo o parte del residuo.
En España, los denominados Sistemas Integrados de Gestión (SIG) son los encargados de la valorización de los residuos susceptibles de ello, como el papel/cartón, el vidrio, los envases, los neumáticos, los vehículos fuera de uso, los residuos de construcción y demolición, y los aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Sirva a modo de ejemplo, que de las toneladas de residuos plásticos que se generan en nuestro país, se reciclan un 24%, un 20% se recupera energéticamente y el 56% restante se destina a vertedero. Los plásticos, tienen un contenido energético superior al de los combustibles fósiles: 1 kg de residuos plásticos tiene un valor calorífico o energético superior a 1 kg de gasoil para calefacción. Actualmente la valorización energética de residuos se está realizando sobre todo en cementeras y en el último año, el uso de residuos plásticos como combustible en cementeras ha aumentado un 50%.
El correcto funcionamiento de los SIG depende de varios factores. Los ayuntamientos deben contar con una infraestructura adecuada que incluya centros de recepción, manipulación y expedición de residuos, así como suficientes servicios de recogida selectiva, de manera que los consumidores puedan disponer de ellos. Además, los circuitos de comercialización deben también ofrecer su apoyo. Y finalmente, la colaboración de los consumidores es fundamental para el éxito de este proceso. Por ejemplo, uno de cada cuatro materiales no se deposita adecuadamente en los contenedores, lo que reduce las posibilidades de su recuperación. Por ello, cuánto más limpios y mejor separados estén los residuos, más fácil y rentable será valorizarlos.