Los consumidores sustituyen los aparatos electrónicos al menor inconveniente, y pocos eligen la reparación sobre el reemplazo. Y ese aumento en el consumo de la electrónica tiene dos efectos medioambientales adversos:
- Incrementa la extracción de minerales escasos como oro, plata, platino, titanio, mercurio, plomo o cobre.
- Las grandes cantidades de dispositivos desechados producen unos residuos contaminantes de difícil gestión. En las plantas de reciclaje, los dispositivos tienen que ser laboriosamente ordenados y desmontados, con especial atención a los materiales tóxicos. Esto puede llegar a hacer inviable el negocio de su reciclaje.
¿De quién es la responsabilidad?
- La reparación y reutilización son la mejor opción, pero la obsolescencia obstaculiza una segunda oportunidad si los dispositivos antiguos no reciben soporte de fabricantes y desarrolladores. Ellos son los que hacen cada vez menos viable mantener un viejo aparato, incluso haciendo (mal) uso de las actualizaciones de software para acabar de inutilizarlo.
- Los gobiernos deben regular la gestión de estos residuos. Además de premiar a las empresas con buenas prácticas (sin obsolescencia programada, que alarguen la vida útil, con programas de recompra y reciclaje de antiguos modelos…) o fomentar la creación de centros de reparación y reutilización, con beneficios sociales añadidos como dar trabajo a personas en riesgo de exclusión social.
- Los consumidores pueden resistirse, o al menos retrasar, la adquisición de nuevos dispositivos hasta que realmente los necesiten. Pueden reparar y/o revender dispositivos cuando sea posible. Y sino, como mínimo, los deberían reciclar.
La electrónica siempre ha producido residuos complejos, pero la cantidad y la velocidad de descarte ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Hubo un tiempo en que los televisores se mantenían durante más de una década, pero ahora casi no hay ningún dispositivo que dure más de un par de años en manos del propietario original.
Fuente: http://www.theatlantic.com/technology/archive/2016/09/the-global-cost-of-electronic-waste/502019/