El reciclaje de plástico, a excepción del PET, resulta demasiado complejo y costoso. La dificultad del reciclado reside en una de sus características principales: la diversidad. PEAD, PEBD, PP, PVC, PS, PB… son algunas de las variedades RECICLABLES existentes en el mercado y pueden proceder de rechazo industrial, postconsumo y agrícola.
El plástico viene marcado con el Código de Identificación Plástico o RIC (de sus siglas en inglés Resin Identification Code). Con la ayuda de este código se puede hacer una primera separación a grosso modo y luego se hace una separación más exacta, principalmente con métodos de identificación con infrarrojos. El aumento de la automatización en las plantas de selección de envases repercute positivamente en la efectividad de las mismas. En España el 56% de las 96 instalaciones ya son automáticas.
La singularidad de las plantas españolas respecto a otros países de la Unión Europea es que reciclan los cuatro grupos de plásticos: botellas de agua y refrescos, envases de leche y detergentes, bolsas y filmes, así como yogures y bandejas, frente a otros países que se centran en uno o dos de ellos.
Tras la separación, las balas de plásticos procedentes de la planta de selección de materiales, llegan a la planta de reciclado, donde se trituran, se someten a varias etapas de lavado, se secan, se homogeneizan para formar un aglomerado plástico y se extrusionan formando largos filamentos. Durante el granceado se obtienen unas pequeñas bolitas (granza) que se almacenan en sacos para su uso como nueva materia prima disponible para nuevas aplicaciones.
Para algunos plásticos, la cantidad de energía que se obtiene de la incineración supera la que se necesita para alimentar el proceso de colecta, separación y reciclaje. Las plantas de incineración constituyen la mejor opción para valorizar el plástico. Una parte se transforma en sustitutos de combustible –el plástico es un derivado del petróleo– y se utiliza en las cementeras. Solo se recicla entre el 10 y el 15%. Por cada kilo de plástico reciclado se ahorra un litro de petróleo y 2,5 kilos de CO2.
Sin embargo, no todo el plástico que se arroja al contenedor se recicla. Los que contienen demasiada tinta no son aprovechables, porque la tinta disminuye la viscosidad del plástico y no se pueden reutilizar en el proceso de extrusión del material. Los tubos de pomada o los envases de yogures, ni siquiera cubren los gastos de su propio reciclaje. Antes los tapones que no estaban separados no se reciclaban, pero gracias a las ONGs que los recogen, ya tienen valor y pueden volver a convertirse en plástico de nuevo. Los residuos industriales y del artesanado son los más preciados porque son homogéneos, abundantes y, por lo general, menos sucios.
En conclusión, el reciclaje del plástico consiste en convertirlo en otros objetos no reciclables (lo que se llama downcycling en oposición a upcycling), plásticos de inferior calidad, textiles…