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Reciclaje de lámparas y luminarias

Las lámparas (que comúnmente llamamos bombillas) y luminarias (coloquialmente lámparas, farolas…) también son aparatos eléctricos y electrónicos, y su adecuada gestión una vez se convierten en residuos comienza, como siempre, con su poseedor (arquitectos, empresas de servicios energéticos, diseñadores de iluminación, ingenieros, instaladores, usuario final particular), que debe tomar la iniciativa de depositarlos en el lugar adecuado (punto limpio, contenedores específicos en tiendas o gestor autorizado). Excepto las antiguas bombillas de filamentos (o incandescentes) y las halógenas, que no se consideran aparatos eléctricos y electrónicos, el resto están formadas por complejas mezclas de materiales o sustancias contaminantes (como mercurio), que hacen de su reciclaje una tarea costosa.

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Destino de los materiales extraídos de lámparas y luminarias (Fuente: Ambilamp)

Una vez llegan a la planta, estos residuos se envían a una línea de clasificación para extraer, en primer lugar, los componentes peligrosos que siguen un tratamiento específico. Realizada la separación, se inicia el proceso de fragmentación, que divide las fracciones destinadas a la valorización energética, de aquellas otras que son tratadas para obtener nuevas materias primas para otros procesos industriales. Los materiales recuperados en esta fase son principalmente, metales férricos y no férricos, plástico y vidrio, que se reintroducen nuevamente en el mercado.

El proceso de reciclaje y reutilización supone siempre el ahorro de las materias primas y el consumo de energía necesario para transformarlas, lo que se traduce en una importante reducción de la emisión de CO2 a la atmósfera.

¿Cómo se reciclan los RAEE?

Los residuos de aparatos eléctricos o electrónicos (RAEE) son un grupo de residuos que, debido a su diversidad, están fabricados con materiales de tipología y naturaleza muy heterogénea: plásticos, metales, vidrios, maderas, cartón o caucho. Además, los materiales que los componen pueden contener sustancias peligrosas, que si no se procesan separadamente mediante gestores especializados, por una mala manipulación o un destino final erróneo se pueden convertir en muy nocivos o suponer un riesgo grave para el medio ambiente y la salud humana.

GUIA_RESIDUOS_DOMESTICOS_ARAGON-25La preparación para la reutilización debe ser una de las primeras opciones en el manejo de residuos, ya que es material y energéticamente la más eficiente. Consiste en la comprobación, limpieza y/o reparación de aparatos descartados para posibilitar que vuelvan a usarse. Su recuperación dependerá en gran medida de una recogida separada y cuidadosa, de forma que no se dañen en la manipulación. Por ejemplo, los cartuchos de tinta, que también son RAEE, pueden ser reutilizados mediante su rellenado.

Para su reciclaje, los RAEE peligrosos se someten a una descontaminación, retirando sus posibles fluidos (refrigerantes, aceites y otros), y desmontando otros componentes peligrosos y valiosos. Tras su desmontaje y descontaminación, los residuos son tratados mediante procesos mecánicos de trituración o fragmentación, generándose diferentes materiales y fracciones que se destinan a operaciones de reciclaje y valorización y, en su caso, materiales no valorizables que se eliminan en vertedero.

Los procesos de reciclaje de las pilas y acumuladores son diferentes dependiendo de su tipología. Por ejemplo, las pilas de botón se valorizan mediante la destilación del mercurio, mientras que las pilas estándar o las baterías de móvil y de los automóviles se someten a un proceso hidrometalúrgico mediante el cual se separan todos los metales que contienen.

Fuente: https://www.aragon.es/documents/20127/674325/GUIA_RESIDUOS_DOMESTICOS_ARAGON-2019.06.12.15.27.25.pdf/6a0dca4d-6dbc-538a-ea40-c6088c9abe0a

Valorizar un residuo

¿Qué significa valorizar un residuo? Consiste en aprovecharlo al máximo a través de cualquier tratamiento que no suponga ningún perjuicio para la salud humana ni para el medio ambiente.

Estos serían dos ejemplos de valorización:

  • Residuo: envases vacíos contaminados. El primer paso es recoger ese envase de forma separada. La valorización incluye el procedimiento de optimizar el espacio, para lo cual se limpia, se tritura, se prepara y se manda a otro gestor final.
  • Residuo: aceite vegetal usado. La recogida separada en este caso puede ser incluso puerta a puerta en el sector de la hostelería (donde se suministra un bidón de 30-50 litros). Su logística implica que se recoge el bidón lleno a la vez que se deja uno vacío. Ya en la planta se prepara, se limpia, se separan el agua y los restos de frituras y se equilibra la acidez. Cuando hay suficiente aceite para llenar una cisterna de, por ejemplo, 25 toneladas, entonces se manda a una refinería. De esta forma, ese residuo de aceite vuelve a entrar en la economía como materia prima: biocombustible.

jerarquia-residuosLas ventajas de valorizar los residuos son claras, y hacia ellas va encaminada la economía circular:

  1. Se evita la contaminación producida por ese residuo.
  2. Se evita el uso de una materia prima extraída de la naturaleza.
  3. Al obtener valor de él, se contrarresta el coste de su gestión.

La economía del reciclaje de RAEE

La Asociación Europea de Recicladores de Electrónica (EERA) encargó a la Universidad de las Naciones Unidas un estudio sobre las deficiencias del modelo de negocio del reciclaje de RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos). El análisis quería ofrecer una visión real de los costes operativos del adecuado reciclaje de RAEE, y del extendido «canibalismo» (apropiación de solo aquello que tiene valor económico) que existe en determinados productos, componentes y materiales.

Los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor financian el reciclaje de RAEE mediante licitaciones de servicios a empresas de transporte, almacenamiento y tratamiento de esos residuos (*). La economía o las operaciones de reciclaje dependen de dos elementos independientes:

  • Los costes operativos de cada empresa, que incluyen y dependen del grado de cumplimiento la normativa y los servicios prestados (cuanto más legal, más caro).
  • El valor del material obtenido tras el reciclaje, que está muy influenciado por el nivel de calidad/»canibalización» del material entrante.

unu-eera-brochure-online-v5Estas son las recomendaciones derivadas del estudio:
1. Supervisar los costes operativos entre los recicladores de la Unión Europea.
2. Considerar el establecimiento de unos costes mínimos no negociables con los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP).
3. Controlar el nivel de canibalismo en diferentes países/mercados y definir unos indicadores, basados en los valores promedio de mercado según las fracciones, para poder estimar las pérdidas económicas que ocasiona.
4. Incluir un «índice de canibalismo» en la negociación de contratos, ya que su impacto económico podría ser mayor que el beneficio.
5. Mejorar la manera de informar sobre los datos de recogida y tratamiento.

Fuente: https://doi.org/10.13140/RG.2.2.24945.53608

(*) Ampliar información en http://gestionderesiduosonline.com/como-se-valoran-los-residuos/

El problema del reciclaje de RAEE

Uno de los graves problemas de los aparatos eléctricos y electrónicos es que sus tasas de reciclaje en todo el mundo son bajas. Incluso en la Unión Europea, líder mundial en el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), solo el 35% de esos residuos es oficialmente reciclado. Globalmente la media baja al 20%, de manera que el 80% restante no estaría documentado y, por ejemplo, podría haber sido enterrado bajo tierra (vertedero).

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Esta ausencia de reciclaje supone una losa para la industria electrónica mundial y a medida que los dispositivos se vuelven más numerosos, más pequeños y más complejos, el problema aumenta. En la actualidad, el reciclaje de algunos tipos de RAEE y la recuperación de materiales y metales es un proceso costoso. Las otras partes de estos residuos, principalmente plásticos mezclados con metales y productos químicos, son un problema todavía más difícil de resolver. Estos residuos son complejos y pueden llegar a contener hasta 60 elementos de la tabla periódica. En algunos casos, contienen sustancias químicas peligrosas, como los retardantes de llama, algunos de los cuales son Contaminantes Orgánicos Persistentes incluidos en el Convenio de Estocolmo.

A todo esto hay que añadir la confusión de los consumidores globales sobre cómo deshacerse de ellos. Lo más habitual es que se trate como un desperdicio doméstico normal, sin depositarlo separadamente. Pero los RAEE (que incluyen baterías, bombillas, teléfonos, ordenadores o cables) deben tratarse por separado. Esta falta de concienciación sobre cómo reciclarlos, y la preocupación sobre los datos almacenados en su interior, sugiere que hay muchos RAEE en cajones, dormitorios, garajes y oficinas de todo el mundo esperando a ser gestionados.

Fuente: http://www3.weforum.org/docs/WEF_A_New_Circular_Vision_for_Electronics.pdf

¿Cómo se reciclan las baterías?

Cada vez utilizamos más pilas y baterías para nuestros aparatos, gracias a las cuales no necesitan ser enchufados a la red eléctrica más que para cargarse. A ese incesante crecimiento se han unido recientemente las baterías de los coches híbridos y eléctricos. Sin embargo, su heterogeneidad está suponiendo un problema medioambiental a la hora de su gestión como residuos. A diferencia de otro tipo de baterías industriales, que suelen tener un tamaño y formato estándar, las de propulsión eléctrica están adaptadas a cada modelo de coche y su composición es muy variada, a pesar de que en su mayoría se basan en iones de litio. Esto impide diseñar un único proceso de reciclaje que permita recuperar el máximo de materias primas.
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La separación es siempre la clave en el reciclaje de cualquier material, y lo es ya desde el origen, es decir, desde que el producto es desechado en el lugar adecuado. En este sentido, lo fundamental en las baterías de iones de litio es conseguir separar los materiales de los electrodos dando como resultado un material reciclado cuyas prestaciones sean tan buenas como la propia materia prima. Y esto puede lograrse con agua como disolvente y tecnologías de la industria minera, de tal forma que los componentes separados pueden devolverse al fabricante y transformarse en baterías nuevas, cerrando así su ciclo de vida.

¿Cuánto cuesta reciclar?

Reciclar consiste en aprovechar al máximo posible algo que se desecha. Según la naturaleza de ese residuo se recicla de una manera o de otra, para lo cual es necesaria una separación previa. Como consecuencia luego tiene que haber una recogida selectiva. Dividiendo los residuos es como más rendimiento se obtiene de ellos y la manera de evitar que se desperdicien en un vertedero.

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En España, esta selección de residuos está ligada a un Sistema Integrado de Gestión o Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), es decir, una organización que se encarga de la recogida de unos tipos concretos de residuos: vidrio, papel, envases, neumáticos, aceite, baterías, aparatos eléctricos o electrónicos… El SCRAP se financia a través de un sobrecoste aplicado al producto nuevo, y que se calcula en base al valor estimado de todo el ciclo hasta su valorización o tratamiento último. Hay que tener en cuenta que en este coste hay que hacer frente al denominado residuo histórico, difícilmente cuantificable en muchos casos.

Pero, ¿cuánto debe pagar el productor que pone en el mercado ese residuo por su reciclaje? La respuesta no es sencilla. Los sistemas de gestión tienen en cuenta muchos factores y especialmente, los atributos del residuo en cuestión, como su peso, volumen, composición, procesos para su valorización y tratamiento, residuo histórico, etc.

Esta extraordinaria complejidad ha hecho necesaria la implementación de avanzadas fórmulas de análisis de datos históricos, datos obtenidos en tiempo real, tendencias, estadísticas de productos y materiales, etc. que sirven para modelizar los costes aplicables en cada momento. Estos costes también se ven afectados directamente por variables de mercado como son los precios de los carburantes, así como la propia fluctuación de la cotización de los materiales recuperados.

El reto derivado de las exigentes normativas de la gestión selectiva de residuos, y la aparición progresiva de SCRAP en las diferentes categorías de residuos, es una realidad creciente.

Preparación para la reutilización

Reutilización: cualquier operación mediante la cual productos o componentes que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos.

Preparación para la reutilización: la operación de valorización consistente en la comprobación, limpieza o reparación, mediante la cual productos o componentes de productos que se hayan convertido en residuos se preparan para que puedan reutilizarse sin ninguna otra transformación previa.

Directiva 2008/98/CE sobre residuos

Según la jerarquía de residuos, establecida por primera vez en la Directiva 2008/98/CE, la reutilización prevalece sobre el reciclaje y así figura en la legislación posterior de los países europeos. Pese a ello, se ha prestado atención preferente y casi exclusiva al reciclaje, pero se ha dedicado poco o ningún interés a apoyar estudios o proyectos que permitan optimizar la eficiencia de los procesos de reutilización o de preparación para la reutilización, así como a la normativa que posibilite la regulación de estas actividades. De hecho, los objetivos europeos y nacionales no distinguían entre reutilización y reciclaje, lo que ha conducido a que la logística y las instalaciones de tratamiento de residuos sean totalmente inadecuadas para la preparación de artículos para su posterior reutilización.

Los aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) son los que más deberían reutilizarse y sin embargo, según la lógica de mercado imperante, son los que tienen un ciclo de uso más corto. Cuando este se acaba no solo no se reutilizan, sino que ni siquiera se desechan correctamente, con los problemas medioambientales que esto acarrea. Según datos de la Unión Europea, se calcula que alrededor del 25% de los aparatos eléctricos que desechamos podrían reutilizarse.

De ahí que el Real Decreto 110/2015, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, busque lograr ampliar su periodo de utilización. El reciclaje debe ser la penúltima opción, y solo en caso de que los aparatos hayan sufrido daños irreparables y no sea posible reintroducirlos en el mercado. Por eso se hace hincapié en que las condiciones de recogida y transporte (inicio del proceso de reutilización) aseguren la preparación para la reutilización de los RAEE y sus componentes y eviten su rotura, exceso de apilamiento, la emisión de sustancias o pérdida de materiales y el vertido de aceites y líquidos. Con este Real Decreto, España se ha convertido en el primer país de la UE que recoge en su normativa objetivos específicos de preparación para la reutilización.

¿Cómo se gestionan los RAEE?

El primer paso en la adecuada gestión de los aparatos eléctricos y electrónicos desechados es depositarlos en los lugares previstos para ello. Bajo la premisa de que quien contamina paga, los que producen el futuro residuo (organizados en sistemas de responsabilidad ampliada del productor) son los que financian (a través de una ecotasa que paga el consumidor) todo el proceso de reciclaje, siempre y cuando esté debidamente documentado.

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(Pinchar en la imagen para ampliarla)

Una vez que los RAEE son trasladados a un gestor autorizado son clasificados, almacenados, desmantelados y descontaminados. Luego se separa lo aprovechable (plástico, vidrio, metales, etc.) de lo que no lo es, triturando y reduciendo cada material de manera diferenciada. Lo que se recupera, que puede llegar a suponer 90% del aparato en el caso de los teléfonos móviles, sirve de base para nuevos productos. El ahorro de materias primas provenientes de la naturaleza que se consigue al reciclar es el fundamento de la llamada economía circular.

Dos son los tipos más frecuentes de gestores de RAEE:

  1. Los dedicados exclusivamente al almacenaje de estos residuos, llamados Centros de Almacenamiento Temporal, donde solo se pueden identificar y clasificar.
  2. Los que asumen el tratamiento (reciclaje) de los residuos, incluyendo la operación o conjunto de operaciones que tiene por objetivo modificar las características físicas o químicas de un residuo para reducir o neutralizar las sustancias peligrosas que contiene, recuperar materias o sustancias valorizables, facilitar el uso como fuente de energía o adecuar el rechazo para su posterior tratamiento final.

Diseñado para consumirse y reciclarse

El Instituto de Industrias del Reciclaje de Chatarras (Institute of Scrap Recycling Industries, ISRI) anima a los fabricantes a pensar en la disposición final de sus productos siguiendo estos principios:

  1. Hacer que los productos de consumo sean reciclables
    Los fabricantes deben asegurarse de que los productos de consumo puedan reciclarse de manera segura y económica, utilizando la tecnología y los métodos de reciclaje existentes cuando se desechen. Los recicladores no deberían tener que incurrir en costes innecesarios debido al uso de componentes peligrosos en los productos. A menos que existan razones justificadas para lo contrario, estos productos deben ser reciclables sin suponer un riesgo para la salud humana o el medio ambiente.
  2. ISRI logoReducir los riesgos ambientales de los productos de consumo
    Un producto nuevo y duradero debería ser también reciclable. Si presentara riesgos ambientales que encareciesen su reciclaje, no debería venderse sin cambios en su diseño o fabricación que eliminen esos riesgos.
  3. Control de problemas ambientales especiales
    Es posible que algunos productos no se puedan rediseñar para eliminar riesgos. Por ejemplo, para algunas aplicaciones específicas puede que no haya un sustituto factible para un componente peligroso. En estos casos, hay que establecer acuerdos de cooperación entre los fabricantes y los recicladores para garantizar el reciclado, y que los recicladores no carguen con toda la responsabilidad ambiental.
  4. Asistencia a fabricantes de productos de consumo
    Los fabricantes que tienen que modificar el diseño o la fabricación de sus productos deben recibir asistencia para esa adaptación. Las pequeñas empresas, en concreto, deberían recibir ayuda económica y técnica para garantizar el reciclado seguro de sus productos. No se les debe pedir a los fabricantes que carguen con todos los costes de este proceso, del mismo modo que no se debe exigir a los recicladores que continúen asumiendo todos los riesgos medioambientales del reciclaje por un diseño de producto inadecuado.
Fuente: http://www.isri.org/about-isri/awards/design-for-recycling