¿Qué etapa de todo el ciclo de vida de nuestros productos eléctricos y electrónicos es la que más contribuye al calentamiento global? Esta es la pregunta que ha intentado responder un estudio de la Oficina Europea del Medio Ambiente. Una de las conclusiones que se extraen de él es que los productos tecnológicos tendrían que tener una vida útil mucho más larga que la que tienen para poder contrarrestar su impacto medioambiental. Esto es debido a que se usan menos de lo que permite su vida útil técnica, es decir, se reemplazan aunque sigan funcionando. Por eso, para que su uso fuese más prolongado en el tiempo esos productos deberían:
- Poder actualizar su hardware y software
- Tener una batería y pantalla fácilmente reemplazable
- Tener carcasas intercambiables
Es el caso de productos estudiados como teléfonos inteligentes o portátiles. Así se ha observado que la fabricación de teléfonos inteligentes en Europa es la que tiene el mayor impacto medioambiental de todos los productos analizados. Esto se debe a que la producción de sus componentes requiere mucha energía y muchos tipos de materiales (algunos difíciles de obtener). De igual manera, la mayor parte del potencial de calentamiento global de un portátil está vinculado a las etapas en las que no se utiliza. La fabricación, distribución (transporte) y gestión del residuo (eliminación) representan aproximadamente el 52% del impacto medioambiental total de un portátil, y el 72% en el caso de un teléfono inteligente.
Si se tiene en cuenta todo el ciclo de vida, las lavadoras son las que producen el mayor impacto medioambiental. Seguidas de los teléfonos inteligentes, portátiles y ya más lejos estarían las aspiradoras, cuyo mayor impacto también proviene de la fase de utilización como las lavadoras.
Fuente: https://eeb.org/wp-content/uploads/2019/09/Coolproducts-report.pdf