Estadísticas del reciclaje

Cuantificar la tasa de reciclaje de un país no es una tarea sencilla. Por ejemplo, solo entre los 28 países de la Unión Europea existen discrepancias entre los datos. Es necesario contar con estadísticas fiables sobre la producción y gestión de los residuos procedentes de las empresas y los hogares. En 2002, se adoptó en la UE un Reglamento relativo a las estadísticas sobre residuos, creándose así un marco comunitario armonizado. Sin embargo, fuera de toda duda está donde más se recicla: Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Alemania y Austria, por ejemplo. El orden entre ellos varía según la base de datos que se consulte, lo que demuestra la disparidad de criterios seguidos.

Símbolo reciclaje

Igualmente complicado es establecer el beneficio real del reciclaje de determinados productos. Cuanto más grandes más sentido tiene el reciclaje, pero cuanto más pequeños más inviable resulta. Además, otros factores externos como el precio de las materias primas, también afecta directamente a la industria del reciclaje. De ahí que ahora se haga más hincapié en la reducción y reutilización de residuos, para no tener si quiera que llegar al reciclaje, que es un proceso más costoso.

En lo que sí todo el mundo está de acuerdo es en que reciclar evita emisiones de GEI a la atmósfera. A lo que habría que añadir que se reducen mucho más las emisiones de CO₂ reciclando (separando) latas de aluminio o papel, que envases de yogurt o restos de comida. De acuerdo con las estimaciones de la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense (EPA), prácticamente todos (más del 90%) los beneficios del reciclaje contra el efecto invernadero provienen de solo unos pocos materiales: papel, cartón y metales como el aluminio de las latas de refresco. Esto se debe a que reciclar una tonelada de metal o de papel ahorra cerca de tres toneladas de CO₂, una ganancia mucho mayor que la de otros materiales analizados por la EPA. El reciclaje de una tonelada de plástico ahorra poco más de una tonelada de dióxido de carbono, y una tonelada de alimentos, poco menos de una tonelada de CO₂. En el caso del vidrio, la proporción es de tres a una toneladas recicladas y ahorradas respectivamente.

Por todo esto, sería seguramente más eficaz pagar el equivalente a un impuesto sobre el carbono en la basura, como Thomas C. Kinnaman ha propuesto tras llevar a cabo una exhaustiva comparación de los costes sociales del reciclado, vertido e incineración.

Fuente: The New York Times

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