Uno de los graves problemas de los aparatos eléctricos y electrónicos es que sus tasas de reciclaje en todo el mundo son bajas. Incluso en la Unión Europea, líder mundial en el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), solo el 35% de esos residuos es oficialmente reciclado. Globalmente la media baja al 20%, de manera que el 80% restante no estaría documentado y, por ejemplo, podría haber sido enterrado bajo tierra (vertedero).
Esta ausencia de reciclaje supone una losa para la industria electrónica mundial y a medida que los dispositivos se vuelven más numerosos, más pequeños y más complejos, el problema aumenta. En la actualidad, el reciclaje de algunos tipos de RAEE y la recuperación de materiales y metales es un proceso costoso. Las otras partes de estos residuos, principalmente plásticos mezclados con metales y productos químicos, son un problema todavía más difícil de resolver. Estos residuos son complejos y pueden llegar a contener hasta 60 elementos de la tabla periódica. En algunos casos, contienen sustancias químicas peligrosas, como los retardantes de llama, algunos de los cuales son Contaminantes Orgánicos Persistentes incluidos en el Convenio de Estocolmo.
A todo esto hay que añadir la confusión de los consumidores globales sobre cómo deshacerse de ellos. Lo más habitual es que se trate como un desperdicio doméstico normal, sin depositarlo separadamente. Pero los RAEE (que incluyen baterías, bombillas, teléfonos, ordenadores o cables) deben tratarse por separado. Esta falta de concienciación sobre cómo reciclarlos, y la preocupación sobre los datos almacenados en su interior, sugiere que hay muchos RAEE en cajones, dormitorios, garajes y oficinas de todo el mundo esperando a ser gestionados.
Fuente: http://www3.weforum.org/docs/WEF_A_New_Circular_Vision_for_Electronics.pdf