El año 2014 fue el más caluroso desde 1880, primer año del que se tienen registros. Este calentamiento global se ha producido por las crecientes emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Los GEI más importantes de larga duración son: dióxido de carbono (CO₂), metano (CH4), óxido nitroso (N₂O).
La huella de carbono permite cuantificar esas emisiones de gases de efecto invernadero que son liberados a la atmósfera como consecuencia de una actividad determinada:
La huella de carbono se expresa en toneladas de dióxido de carbono. A modo de ejemplo, una tonelada de CO₂ es prácticamente lo que emite el europeo medio para alimentarse, calentarse, desplazarse… en algo más de un mes. Esta cuantificación nos permite ser conscientes del impacto que genera cualquier actividad en el calentamiento global, convirtiendo de esta manera la huella de carbono en una herramienta de sensibilización de gran valor.
En la segunda parte de este post descubriremos cómo llegar a las «cero emisiones» de dióxido de carbono.