Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) contienen componentes valiosos que tienen valor económico si se reciclan. Sin embargo, también contienen sustancias potencialmente peligrosas que pueden liberarse directamente en el medio ambiente, y otras que pueden crearse durante los procesos de reciclaje, por ejemplo a través de la combustión. Esto es especialmente preocupante en el sector del reciclaje informal, donde no se utilizan procesos industriales modernos y donde la protección personal de los trabajadores puede ser inadecuada. Los procesos primitivos de reciclaje incluyen quemar cables de plástico para extraer cobre, el uso de ácido para extraer oro de microprocesadores y el desmantelamiento manual de tubos de rayos catódicos para extraer pequeñas cantidades de materiales valiosos.
Los niños suelen participar en estos procesos y pueden estar expuestos a grandes cantidades de sustancias tóxicas como plomo, cadmio, cromo, retardantes de llama bromados y dioxinas y bifenilos polibromados. Algunas de estas sustancias se han asociado con problemas en el desarrollo neurológico, incluso con niveles de exposición muy bajos. Tanto si están implicadas en la producción y el uso de residuos eléctricos y electrónicos, como si están relacionadas con su eliminación o exportación, las empresas están obligadas a evitar que los niños estén expuestos a las toxinas de sus productos y actividades. Porque la exposición directa e indirecta (incluida la ambiental) al reciclaje incorrecto de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es una amenaza demostrada para la salud humana.
Fuente: https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/341718/9789240023901-eng.pdf