Reutilización: cualquier operación mediante la cual productos o componentes que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos.
Preparación para la reutilización: la operación de valorización consistente en la comprobación, limpieza o reparación, mediante la cual productos o componentes de productos que se hayan convertido en residuos se preparan para que puedan reutilizarse sin ninguna otra transformación previa.
Según la jerarquía de residuos, establecida por primera vez en la Directiva 2008/98/CE, la reutilización prevalece sobre el reciclaje y así figura en la legislación posterior de los países europeos. Pese a ello, se ha prestado atención preferente y casi exclusiva al reciclaje, pero se ha dedicado poco o ningún interés a apoyar estudios o proyectos que permitan optimizar la eficiencia de los procesos de reutilización o de preparación para la reutilización, así como a la normativa que posibilite la regulación de estas actividades. De hecho, los objetivos europeos y nacionales no distinguían entre reutilización y reciclaje, lo que ha conducido a que la logística y las instalaciones de tratamiento de residuos sean totalmente inadecuadas para la preparación de artículos para su posterior reutilización.
Los aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) son los que más deberían reutilizarse y sin embargo, según la lógica de mercado imperante, son los que tienen un ciclo de uso más corto. Cuando este se acaba no solo no se reutilizan, sino que ni siquiera se desechan correctamente, con los problemas medioambientales que esto acarrea. Según datos de la Unión Europea, se calcula que alrededor del 25% de los aparatos eléctricos que desechamos podrían reutilizarse.
De ahí que el Real Decreto 110/2015, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, busque lograr ampliar su periodo de utilización. El reciclaje debe ser la penúltima opción, y solo en caso de que los aparatos hayan sufrido daños irreparables y no sea posible reintroducirlos en el mercado. Por eso se hace hincapié en que las condiciones de recogida y transporte (inicio del proceso de reutilización) aseguren la preparación para la reutilización de los RAEE y sus componentes y eviten su rotura, exceso de apilamiento, la emisión de sustancias o pérdida de materiales y el vertido de aceites y líquidos. Con este Real Decreto, España se ha convertido en el primer país de la UE que recoge en su normativa objetivos específicos de preparación para la reutilización.