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6 propuestas para fomentar el uso circular de los aparatos

La cantidad de materias primas y sustancias nocivas empleadas en la fabricación de los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) son incompatibles con el carácter finito de los recursos y los estándares de protección ambiental. Además, la cantidad de RAEE generados es inasumible por las propias capacidades de gestión de residuos, lo que provoca soluciones irregulares como el depósito en vertederos o traslados clandestinos a países en vías de desarrollo.

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Kilos de RAEE generados por habitante al año (pinchar para ampliar)

El sector eléctrico y electrónico afronta un reto particular en cuanto a prevención de residuos se refiere: las características técnicas de los AEE, los breves ciclos de innovación a los que están sometidos y las actuales dinámicas de consumo provocan que a menudo sean desechados cuando todavía son funcionales o fácilmente reparables.

Por tanto, los ámbitos de actuación prioritarios para la economía circular en materia de RAEE serían:

1.  Aumentar la garantía legal de los AEE
2. Regulación específica contra la obsolescencia programada
3. Fomentar los servicios de reparación
4. Establecer unos objetivos específicos de preparación para la reutilización
5. Etiquetado de durabilidad en los AEE
6. Contratación pública ecológica (las obras, los servicios o los suministros cumplen unos requisitos medioambientales)

Las dos primeras opciones en la jerarquía de residuos son la prevención y la preparación para la reutilización, por lo que resulta especialmente importante avanzar en un tipo de diseño y producción de AEE que tenga en cuenta y facilite la reparación de estos productos y su posible actualización, así como su reutilización, desmontaje y reciclado. También la gestión de estos residuos debe optar por aquellas técnicas de valorización que optimicen la recuperación de aparatos y piezas con el menor gasto posible de energía y nuevos materiales (preparación para la reutilización, reparación, actualización) por encima de las técnicas de eliminación (vertido, incineración).

Fuente: http://www.actualidadjuridicaambiental.com/wp-content/uploads/2018/11/2018_11_12_Puentes_RAEE-economia-circular.pdf

El (complejo) proceso del reciclaje del plástico

El reciclaje de plástico, a excepción del PET, resulta demasiado complejo y costoso. La dificultad del reciclado reside en una de sus características principales: la diversidad. PEAD, PEBD, PP, PVC, PS, PB… son algunas de las variedades RECICLABLES existentes en el mercado y pueden proceder de rechazo industrial, postconsumo y agrícola.

El plástico viene marcado con el Código de Identificación Plástico o RIC (de sus siglas en inglés Resin Identification Code). Con la ayuda de este código se puede hacer una primera separación a grosso modo y luego se hace una separación más exacta, principalmente con métodos de identificación con infrarrojos. El aumento de la automatización en las plantas de selección de envases repercute positivamente en la efectividad de las mismas. En España el 56% de las 96 instalaciones ya son automáticas.

La singularidad de las plantas españolas respecto a otros países de la Unión Europea es que reciclan los cuatro grupos de plásticos: botellas de agua y refrescos, envases de leche y detergentes, bolsas y filmes, así como yogures y bandejas, frente a otros países que se centran en uno o dos de ellos.

Reciclaje plástico

Gráfico elaborado por www.acteco.es

Tras la separación, las balas de plásticos procedentes de la planta de selección de materiales, llegan a la planta de reciclado, donde se trituran, se someten a varias etapas de lavado, se secan, se homogeneizan para formar un aglomerado plástico y se extrusionan formando largos filamentos. Durante el granceado se obtienen unas pequeñas bolitas (granza) que se almacenan en sacos para su uso como nueva materia prima disponible para nuevas aplicaciones.

Para algunos plásticos, la cantidad de energía que se obtiene de la incineración supera la que se necesita para alimentar el proceso de colecta, separación y reciclaje. Las plantas de incineración constituyen la mejor opción para valorizar el plástico. Una parte se transforma en sustitutos de combustible –el plástico es un derivado del petróleo– y se utiliza en las cementeras. Solo se recicla entre el 10 y el 15%. Por cada kilo de plástico reciclado se ahorra un litro de petróleo y 2,5 kilos de CO2.

Sin embargo, no todo el plástico que se arroja al contenedor se recicla. Los que contienen demasiada tinta no son aprovechables, porque la tinta disminuye la viscosidad del plástico y no se pueden reutilizar en el proceso de extrusión del material. Los tubos de pomada o los envases de yogures, ni siquiera cubren los gastos de su propio reciclaje. Antes los tapones que no estaban separados no se reciclaban, pero gracias a las ONGs que los recogen, ya tienen valor y pueden volver a convertirse en plástico de nuevo. Los residuos industriales y del artesanado son los más preciados porque son homogéneos, abundantes y, por lo general, menos sucios.

En conclusión, el reciclaje del plástico consiste en convertirlo en otros objetos no reciclables (lo que se llama downcycling en oposición a upcycling), plásticos de inferior calidad, textiles…

Perspectivas del medio ambiente mundial

En el sexto informe que recientemente ha presentado la ONU sobre las Perspectivas del medio ambiente mundial, se destaca lo siguiente respecto a los residuos:

♦  El ritmo del consumo y las actividades lineales (extraer – fabricar – usar – desechar) ha incrementado la explotación de los recursos más allá de la capacidad de recuperación de los sistemas ecológicos. Entre las prácticas inadecuadas y, en algunos casos ilegales, cabe destacar las relacionadas con los residuos alimentarios, electrónicos, la basura marina, el tráfico de residuos y la delincuencia. Los países desarrollados cuentan con políticas para promover la reducción de residuos y el uso eficiente de los recursos, mientras que los países en desarrollo siguen enfrentándose a retos de gestión básicos, como el vertido abierto, la incineración y el acceso inadecuado a los servicios. Una economía circular en la que los productos se reducen, reutilizan, reelaboran y reacondicionan puede impulsar una producción y un consumo más sostenibles y extendidos, con miras a alcanzar el desarrollo sostenible.

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♦  Mejorar la gestión de los residuos, incluido el reciclaje y la gestión de la vida útil, es la solución a corto plazo más urgente para reducir los vertidos de basura a los océanos. Entre las soluciones a largo plazo figuran que los gobiernos tomen medidas, cambios individuales y estructurales que reduzcan la contaminación, y un aumento del reciclaje y la reutilización. Debe aplicarse un enfoque que tenga en cuenta todo el ciclo de vida del producto. No existe hasta ahora ningún acuerdo mundial que trate el problema de la basura marina y los microplásticos de forma amplia e integrada.

Fuente: https://www.unenvironment.org/es/resources/perspectivas-del-medio-ambiente-mundial-6

La valorización energética

Existen numerosas tecnologías para la valorización energética de los residuos: incineración, gasificación, pirólisis, secado térmico, digestión anaerobia, compostaje. La incineración de basuras está ampliamente extendida en algunos países como Dinamarca, que incinera hasta un 56% de sus RSU, Suecia el 52%, los Países Bajos un 30% y los Estados Unidos el 16%. En nuestro país existen 22 plantas incineradoras que queman un 6% de los residuos. La incineración consiste en la oxidación total de los residuos en exceso de aire y a temperaturas superiores a 850ºC. Se realiza en hornos apropiados con aprovechamiento o no de la energía producida en cuyo caso se habla de valorización energética (Waste-to-Energy). La utilización del residuo como energía es el ejemplo óptimo de valorización.

El poder calorífico de los residuos es variable, en el caso de los plásticos hidrocarbonados se estima que es comparable a la de los derivados del petróleo con algunas ventajas medioambientales como la de no generar óxidos de azufre, causantes de la lluvia ácida. Sin embargo la combustión de PVC genera un 50% de energía que los anteriores.Ventajas de la valorización energética

Otros inconvenientes que se presentan:

  • La combustión indiscriminada de la basura sin separación produce como efecto de la combustión determinados productos muy tóxicos. La presencia de PVC en la mezcla, aporta a los gases de combustión ácido clorhídrico que en presencia de materia orgánica puede originar productos tóxicos.
  • Las cenizas producto de la combustión contienen metales pesados, tales como el cadmio en cantidades consideradas peligrosas y deben recibir un tratamiento especial como residuos peligrosos.
  • Como consecuencia de los dos puntos anteriores es necesario hacer cuantiosas inversiones tecnológicas.
  • Si se incineran materiales reciclables por otros procedimientos se produce un consumo de recursos valiosos.

Como respuesta a estos problemas la tecnología de la incineración se ha desarrollado mucho los últimos años con el fin de reducir las emisiones de gases y humos. Las incineradoras operan a temperaturas elevadas con el fin de destruir dioxinas y furanos, normalmente lo hacen a 1000ºC. Por otro lado y para garantizar la composición de los gases emitidos incorporan unidades de lavado y filtros adecuados. Todo ello regulado por una estricta normativa tanto europea como nacional.

En los países europeos más concienciados en protección medioambiental, como por ejemplo Alemania, Noruega, Austria o Bélgica, los porcentajes de sustitución de combustibles fósiles por residuos oscilan entre el 50 y el 65%. En España este porcentaje fue del 26% en 2012. Actualmente la valorización energética de residuos en España se está realizando sobre todo en cementeras. Los residuos que se utilizan en las fábricas de cemento como combustibles alternativos pueden ser sólidos (plásticos, residuos de la producción papelera…) o líquidos (aceites minerales usados, disolventes, pinturas, barnices…). Muchos de estos residuos son totalmente biomasa (madera, lodos depuradora, harinas cárnicas) o tienen un contenido parcial de biomasa (neumáticos usados o combustibles derivados de residuos urbanos). Este es un dato muy importante puesto que la utilización de combustibles con biomasa se considera neutra en cuando a sus emisiones de CO2.

Suecia importa basura

En Suecia, la basura es un recurso que se transforma en energía. El 96% de los desperdicios se recicla o se deriva a las plantas de incineración. Suecia tiene varias plantas donde quema la basura para convertirla en calor para sus hogares. Los suecos reciclan casi la mitad de sus residuos y utilizan el 52% para producir calor, lo que deja menos de 1% de basura en el vertedero. Ese 52% es insuficiente para las 32 plantas que tienen produciendo energía, y que están gestionadas por la empresa pública Renova.

De acuerdo con Avfall Sverige, la institución sueca encargada de gestionar los residuos, el éxito del sistema de reciclaje ciudadano está presentando una desventaja: escasea la basura para producir aun más energía. Por eso, la solución ha sido importarla desde Noruega mediante un convenio por el que ambos países se benefician. A Noruega le resulta más rentable pagarle a Suecia para que se lleve 800.000 toneladas de residuos que procesarlos en el propio país. Suecia importa no solo de Noruega, sino también del Reino Unido, Irlanda e Italia.

Suecia incineradora

Suecia se anticipó a otros países en la transformación de basura en energía, pues inició en la década del 70 la expansión de las plantas de incineración. Una década más tarde fueron pioneros también en la reducción de emisiones, producto de esta incineración. Actualmente, han logrado reducir entre el 90% y 99% de las emisiones, mediante técnicas especiales que benefician el medio ambiente. En muchos otros países las infraestructuras para el calor y la electricidad se basan en gas u otros combustibles fósiles, por lo que resulta caro construir plantas que funcionen con basura. Tres toneladas de basura contienen tanta energía como una tonelada de gasolina.

Las campañas que décadas atrás inició el gobierno dieron buenos resultados, y hoy hogares y vecindarios mantienen la cultura de separar sus desperdicios como un hábito, o más aun, como un acto reflejo. En las casas separan orgánicos, metales, pilas, vidrios de color, vidrios transparentes, plástico duro, plástico blando, cartón y Tetra Pak, papeles, periódicos y revistas. En cuanto al reciclaje de desperdicios electrónicos y eléctricos, Suecia también es líder. Cada ciudadano sueco recicla 16 kilos de este material al año; desde neveras, televisores, cámaras, oredenadores, etc. El destino de ese material es la manufactura de nuevos productos. Este sistema se llama Elretur y se realiza en colaboración con los municipios, quienes han dispuesto cerca de 1.000 puntos de recogida en todo el país. Las plantas de reciclaje en Suecia están por norma a menos de 300 metros de cualquier área residencial. Aquello que no puede ser reutilizado o reciclado normalmente acaba en las plantas WTE (waste-to-energy).

El problema de los residuos

Según la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminados, “un residuo es cualquier sustancia u objeto que su poseedor deseche o tenga la intención o la obligación de desechar”. Según su procedencia pueden clasificarse en: domésticos (generados en el hogar), comerciales (del sector servicios o terciario) e industriales (del sector secundario). Y según sus características en peligrosos y no peligrosos.
Tipos de residuos
Para todos ellos, Opemed ofrece una solución. La “gestión de residuos es la recogida, transporte y tratamiento de residuos, incluida la vigilancia de estas operaciones, así como el mantenimiento posterior al cierre de los vertederos”. La producción de residuos ha crecido en los últimos años debido al rápido crecimiento población, a su concentración en núcleos urbanos, al uso de materiales de rápido envejecimiento y al uso de envases sin retorno. Esto supone un grave deterioro del medio ambiente: contaminación de aguas, producción de incendios, olores desagradables, proliferación de roedores e insectos… La solución al problema pasa por reutilizar y recuperar subproductos, disminuir la cantidad de residuos y reducir su peligrosidad.
Gestión de residuosEl principio de quien contamina paga es un principio rector a escala europea e internacional. El productor de los residuos y el poseedor de los residuos debe gestionarlos de forma que garantice un alto nivel de protección del medio ambiente y de la salud humana.