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Cómo deshacerse de los aparatos eléctricos y electrónicos

Cualquiera que tenga un aparato eléctrico o electrónico usado o viejo tiene dos opciones: destinarlo a su reutilización o desecharlo separadamente del resto de residuos. La primera opción es la más deseable, incluso en el caso de que los aparatos usados no funcionen correctamente. Ese segundo uso solo será posible si se entrega:

֍ a entidades sociales sin ánimo de lucro que arreglan y/o venden esos aparatos,
֍ a empresas dedicadas al mercado de segunda mano con entrega in situ o con recogida a domicilio, o
֍ a través de otras vías de reutilización y alargamiento de la vida útil de los productos, como por ejemplo de particular a particular.

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En el segundo supuesto, la responsabilidad medioambiental de los usuarios de estos aparatos concluye con la entrega del residuo (RAEE) en las instalaciones o puntos de recogida:
֍ de las Entidades Locales. Es decir, en los puntos limpios de los ayuntamientos, que pueden ser:

– fijos: instalación permanente en un punto concreto del municipio.
– móviles: cuando un camión multirresiduo recorre diferentes zonas del municipio.

֍ de los distribuidores. En muchas tiendas que venden estos aparatos hay contenedores específicos donde depositarlos cuando se convierten en residuos.
֍ de los gestores de residuos. Requiere ir a la instalación del gestor autorizado a entregar el RAEE.
֍ con su entrega en las redes de recogida de los productores de AEE. Los productores de aparatos eléctricos y electrónicos son, a grosso modo, los fabricantes o importadores.

¿Qué es el reciclaje químico?

El reciclaje químico generalmente se refiere a tecnologías que descomponen el plástico en combustible o plástico nuevo (repolimerización) con alguna combinación de calor, presión, oxígeno empobrecido, catalizadores y/o disolventes. La pirólisis y la gasificación utilizan calor con oxígeno limitado para descomponer los polímeros sin que haya combustión. Ambas tecnologías pueden funcionar con mezclas de polímeros para producir un aceite similar al diésel y un gas con alto contenido en hidrógeno (H₂) y monóxido de carbono (CO). Las tecnologías basadas en disolventes están aún menos maduras en comparación con la pirólisis y la gasificación. La solvolisis elimina las impurezas del plástico sin descomponer los polímeros, y otras tecnologías disolventes dividen los polímeros en monómeros. Estas últimas tienen una menor huella de carbono porque sus procesos no requieren energía.

Reciclaje químico

Actualmente, el reciclaje químico todavía no está implantado a escala comercial. Las plantas deben superar obstáculos tecnológicos en cada fase del proceso, desde el procesamiento de las materias primas hasta la limpieza y mejora del gas y fuel obtenidos. Por otra parte, cuando se trata de realizar una repolimerización (plástico a plástico) el producto resultante no puede competir con polímeros vírgenes. Sin embargo, el reciclaje químico es útil para los plásticos que no pueden ser reciclados mecánicamente (todo lo que sea films y láminas plásticas), porque de esa forma pueden convertirse en un subproducto (gas, fuel) que se reintroduce en la cadena de valor.

RAEE: Una mina de oro

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) suponen un recurso más rico que cualquier depósito natural. Una tonelada de estos residuos puede contener 17 veces más oro que una tonelada extraída de una mina de oro. Además, el reciclaje puede ser de dos a diez veces más eficiente energéticamente que fundir lo que se extrae de las minas: el oro reciclado produce un 80% menos de emisiones de CO₂ que el que es extraído. Y encima de todo, su reciclaje evita que se acumulen en vertederos, donde representan el 70% de lo que se deposita.

La demanda de metales reciclados va en aumento porque reduce la huella ambiental de un producto. Asimismo, si son reciclados están libres de problemas de abastecimiento como los que afectan a los minerales en conflicto. Y si se añade la volatilidad de los precios de las materias primas, el reciclaje se convierte en una fuente de suministro más estable.

La industria de los vehículos eléctricos, consciente de la necesidad de reciclar sus valiosas baterías, está invirtiendo en su reciclaje a gran escala. Ahora mismo es la punta de lanza de otras industrias. Hay que tener en cuenta que, por el momento, la recogida, desmontaje y recuperación suponen una carga económica para los recicladores. Lo más habitual es que los materiales contenidos en los RAEE no puedan extraerse fácilmente y de forma barata. Sin embargo, con un precio del carbón en ascenso y un esperado aumento del rendimiento gracias a la ayuda de tecnologías mejoradas, la balanza se inclinará progresivamente a favor del reciclaje.

Fuente: https://www.lombardodier.com/goldmine

Reciclaje de lámparas y luminarias

Las lámparas (que comúnmente llamamos bombillas) y luminarias (coloquialmente lámparas, farolas…) también son aparatos eléctricos y electrónicos, y su adecuada gestión una vez se convierten en residuos comienza, como siempre, con su poseedor (arquitectos, empresas de servicios energéticos, diseñadores de iluminación, ingenieros, instaladores, usuario final particular), que debe tomar la iniciativa de depositarlos en el lugar adecuado (punto limpio, contenedores específicos en tiendas o gestor autorizado). Excepto las antiguas bombillas de filamentos (o incandescentes) y las halógenas, que no se consideran aparatos eléctricos y electrónicos, el resto están formadas por complejas mezclas de materiales o sustancias contaminantes (como mercurio), que hacen de su reciclaje una tarea costosa.

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Destino de los materiales extraídos de lámparas y luminarias (Fuente: Ambilamp)

Una vez llegan a la planta, estos residuos se envían a una línea de clasificación para extraer, en primer lugar, los componentes peligrosos que siguen un tratamiento específico. Realizada la separación, se inicia el proceso de fragmentación, que divide las fracciones destinadas a la valorización energética, de aquellas otras que son tratadas para obtener nuevas materias primas para otros procesos industriales. Los materiales recuperados en esta fase son principalmente, metales férricos y no férricos, plástico y vidrio, que se reintroducen nuevamente en el mercado.

El proceso de reciclaje y reutilización supone siempre el ahorro de las materias primas y el consumo de energía necesario para transformarlas, lo que se traduce en una importante reducción de la emisión de CO2 a la atmósfera.

¿Cómo se reciclan los RAEE?

Los residuos de aparatos eléctricos o electrónicos (RAEE) son un grupo de residuos que, debido a su diversidad, están fabricados con materiales de tipología y naturaleza muy heterogénea: plásticos, metales, vidrios, maderas, cartón o caucho. Además, los materiales que los componen pueden contener sustancias peligrosas, que si no se procesan separadamente mediante gestores especializados, por una mala manipulación o un destino final erróneo se pueden convertir en muy nocivos o suponer un riesgo grave para el medio ambiente y la salud humana.

GUIA_RESIDUOS_DOMESTICOS_ARAGON-25La preparación para la reutilización debe ser una de las primeras opciones en el manejo de residuos, ya que es material y energéticamente la más eficiente. Consiste en la comprobación, limpieza y/o reparación de aparatos descartados para posibilitar que vuelvan a usarse. Su recuperación dependerá en gran medida de una recogida separada y cuidadosa, de forma que no se dañen en la manipulación. Por ejemplo, los cartuchos de tinta, que también son RAEE, pueden ser reutilizados mediante su rellenado.

Para su reciclaje, los RAEE peligrosos se someten a una descontaminación, retirando sus posibles fluidos (refrigerantes, aceites y otros), y desmontando otros componentes peligrosos y valiosos. Tras su desmontaje y descontaminación, los residuos son tratados mediante procesos mecánicos de trituración o fragmentación, generándose diferentes materiales y fracciones que se destinan a operaciones de reciclaje y valorización y, en su caso, materiales no valorizables que se eliminan en vertedero.

Los procesos de reciclaje de las pilas y acumuladores son diferentes dependiendo de su tipología. Por ejemplo, las pilas de botón se valorizan mediante la destilación del mercurio, mientras que las pilas estándar o las baterías de móvil y de los automóviles se someten a un proceso hidrometalúrgico mediante el cual se separan todos los metales que contienen.

Fuente: https://www.aragon.es/documents/20127/674325/GUIA_RESIDUOS_DOMESTICOS_ARAGON-2019.06.12.15.27.25.pdf/6a0dca4d-6dbc-538a-ea40-c6088c9abe0a

Valorizar un residuo

¿Qué significa valorizar un residuo? Consiste en aprovecharlo al máximo a través de cualquier tratamiento que no suponga ningún perjuicio para la salud humana ni para el medio ambiente.

Estos serían dos ejemplos de valorización:

  • Residuo: envases vacíos contaminados. El primer paso es recoger ese envase de forma separada. La valorización incluye el procedimiento de optimizar el espacio, para lo cual se limpia, se tritura, se prepara y se manda a otro gestor final.
  • Residuo: aceite vegetal usado. La recogida separada en este caso puede ser incluso puerta a puerta en el sector de la hostelería (donde se suministra un bidón de 30-50 litros). Su logística implica que se recoge el bidón lleno a la vez que se deja uno vacío. Ya en la planta se prepara, se limpia, se separan el agua y los restos de frituras y se equilibra la acidez. Cuando hay suficiente aceite para llenar una cisterna de, por ejemplo, 25 toneladas, entonces se manda a una refinería. De esta forma, ese residuo de aceite vuelve a entrar en la economía como materia prima: biocombustible.

jerarquia-residuosLas ventajas de valorizar los residuos son claras, y hacia ellas va encaminada la economía circular:

  1. Se evita la contaminación producida por ese residuo.
  2. Se evita el uso de una materia prima extraída de la naturaleza.
  3. Al obtener valor de él, se contrarresta el coste de su gestión.

La economía del reciclaje de RAEE

La Asociación Europea de Recicladores de Electrónica (EERA) encargó a la Universidad de las Naciones Unidas un estudio sobre las deficiencias del modelo de negocio del reciclaje de RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos). El análisis quería ofrecer una visión real de los costes operativos del adecuado reciclaje de RAEE, y del extendido “canibalismo” (apropiación de solo aquello que tiene valor económico) que existe en determinados productos, componentes y materiales.

Los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor financian el reciclaje de RAEE mediante licitaciones de servicios a empresas de transporte, almacenamiento y tratamiento de esos residuos (*). La economía o las operaciones de reciclaje dependen de dos elementos independientes:

  • Los costes operativos de cada empresa, que incluyen y dependen del grado de cumplimiento la normativa y los servicios prestados (cuanto más legal, más caro).
  • El valor del material obtenido tras el reciclaje, que está muy influenciado por el nivel de calidad/”canibalización” del material entrante.

unu-eera-brochure-online-v5Estas son las recomendaciones derivadas del estudio:
1. Supervisar los costes operativos entre los recicladores de la Unión Europea.
2. Considerar el establecimiento de unos costes mínimos no negociables con los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP).
3. Controlar el nivel de canibalismo en diferentes países/mercados y definir unos indicadores, basados en los valores promedio de mercado según las fracciones, para poder estimar las pérdidas económicas que ocasiona.
4. Incluir un “índice de canibalismo” en la negociación de contratos, ya que su impacto económico podría ser mayor que el beneficio.
5. Mejorar la manera de informar sobre los datos de recogida y tratamiento.

Fuente: https://doi.org/10.13140/RG.2.2.24945.53608

(*) Ampliar información en http://gestionderesiduosonline.com/como-se-valoran-los-residuos/

El problema del reciclaje de RAEE

Uno de los graves problemas de los aparatos eléctricos y electrónicos es que sus tasas de reciclaje en todo el mundo son bajas. Incluso en la Unión Europea, líder mundial en el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), solo el 35% de esos residuos es oficialmente reciclado. Globalmente la media baja al 20%, de manera que el 80% restante no estaría documentado y, por ejemplo, podría haber sido enterrado bajo tierra (vertedero).

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Esta ausencia de reciclaje supone una losa para la industria electrónica mundial y a medida que los dispositivos se vuelven más numerosos, más pequeños y más complejos, el problema aumenta. En la actualidad, el reciclaje de algunos tipos de RAEE y la recuperación de materiales y metales es un proceso costoso. Las otras partes de estos residuos, principalmente plásticos mezclados con metales y productos químicos, son un problema todavía más difícil de resolver. Estos residuos son complejos y pueden llegar a contener hasta 60 elementos de la tabla periódica. En algunos casos, contienen sustancias químicas peligrosas, como los retardantes de llama, algunos de los cuales son Contaminantes Orgánicos Persistentes incluidos en el Convenio de Estocolmo.

A todo esto hay que añadir la confusión de los consumidores globales sobre cómo deshacerse de ellos. Lo más habitual es que se trate como un desperdicio doméstico normal, sin depositarlo separadamente. Pero los RAEE (que incluyen baterías, bombillas, teléfonos, ordenadores o cables) deben tratarse por separado. Esta falta de concienciación sobre cómo reciclarlos, y la preocupación sobre los datos almacenados en su interior, sugiere que hay muchos RAEE en cajones, dormitorios, garajes y oficinas de todo el mundo esperando a ser gestionados.

Fuente: http://www3.weforum.org/docs/WEF_A_New_Circular_Vision_for_Electronics.pdf

¿Cómo se reciclan las baterías?

Cada vez utilizamos más pilas y baterías para nuestros aparatos, gracias a las cuales no necesitan ser enchufados a la red eléctrica más que para cargarse. A ese incesante crecimiento se han unido recientemente las baterías de los coches híbridos y eléctricos. Sin embargo, su heterogeneidad está suponiendo un problema medioambiental a la hora de su gestión como residuos. A diferencia de otro tipo de baterías industriales, que suelen tener un tamaño y formato estándar, las de propulsión eléctrica están adaptadas a cada modelo de coche y su composición es muy variada, a pesar de que en su mayoría se basan en iones de litio. Esto impide diseñar un único proceso de reciclaje que permita recuperar el máximo de materias primas.
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La separación es siempre la clave en el reciclaje de cualquier material, y lo es ya desde el origen, es decir, desde que el producto es desechado en el lugar adecuado. En este sentido, lo fundamental en las baterías de iones de litio es conseguir separar los materiales de los electrodos dando como resultado un material reciclado cuyas prestaciones sean tan buenas como la propia materia prima. Y esto puede lograrse con agua como disolvente y tecnologías de la industria minera, de tal forma que los componentes separados pueden devolverse al fabricante y transformarse en baterías nuevas, cerrando así su ciclo de vida.

¿Cuánto cuesta reciclar?

Reciclar consiste en aprovechar al máximo posible algo que se desecha. Según la naturaleza de ese residuo se recicla de una manera o de otra, para lo cual es necesaria una separación previa. Como consecuencia luego tiene que haber una recogida selectiva. Dividiendo los residuos es como más rendimiento se obtiene de ellos y la manera de evitar que se desperdicien en un vertedero.

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En España, esta selección de residuos está ligada a un Sistema Integrado de Gestión o Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), es decir, una organización que se encarga de la recogida de unos tipos concretos de residuos: vidrio, papel, envases, neumáticos, aceite, baterías, aparatos eléctricos o electrónicos… El SCRAP se financia a través de un sobrecoste aplicado al producto nuevo, y que se calcula en base al valor estimado de todo el ciclo hasta su valorización o tratamiento último. Hay que tener en cuenta que en este coste hay que hacer frente al denominado residuo histórico, difícilmente cuantificable en muchos casos.

Pero, ¿cuánto debe pagar el productor que pone en el mercado ese residuo por su reciclaje? La respuesta no es sencilla. Los sistemas de gestión tienen en cuenta muchos factores y especialmente, los atributos del residuo en cuestión, como su peso, volumen, composición, procesos para su valorización y tratamiento, residuo histórico, etc.

Esta extraordinaria complejidad ha hecho necesaria la implementación de avanzadas fórmulas de análisis de datos históricos, datos obtenidos en tiempo real, tendencias, estadísticas de productos y materiales, etc. que sirven para modelizar los costes aplicables en cada momento. Estos costes también se ven afectados directamente por variables de mercado como son los precios de los carburantes, así como la propia fluctuación de la cotización de los materiales recuperados.

El reto derivado de las exigentes normativas de la gestión selectiva de residuos, y la aparición progresiva de SCRAP en las diferentes categorías de residuos, es una realidad creciente.